lunes, 24 de noviembre de 2014

Yosemite, un lugar único - (viernes, 19 de septiembre de 2014)



A las 07.00 am abre la recepción con el desayuno y a esa hora ya tenemos todo listo en el coche para poder emprender la marcha en cuanto acabemos de desayunar; zumos, bollería, cereales y café componen el menú en estos hoteles que sirven la primera comida del día sin muchas pretensiones. Aún así a nosotros nos vale para recargar el depósito y disponer de energía para el día que se avecina.

Cuando nos incorporamos a la 395 se aprecia una neblina que en principio nos lleva a la especulación porque no sabemos muy bien si se trata de humo de algún incendio cercano o tal vez simplemente sean nubes bajas. Nos adelantan varios camiones de bomberos y los fantasmas nos asaltan, debe haber algún fuego activo en Yosemite o sus inmediaciones y el tema obviamente nos preocupa. Sobrepasamos el desvío que conduce al Tioga Pass porque antes queremos hacer una pequeña visita, aunque sea para ver desde la distancia el Mono Lake que se ubica poco después de la población de Lee Vining.

Aparcamos en el Visitor Center y caminamos un corto trecho hacia la senda que desciende hasta la orilla del lago. Las aguas se aprecian desde esta posición pero la nitidez no es la adecuada para poder apreciar en fotografías el entorno. Accedemos al interior del edificio para echar un ojo y de paso buscar información sobre posibles fuegos activos. Ni rastro de ellos, aunque el pronóstico del tiempo impreso en un papel desalienta a cualquiera, hay previsión de cielos nublados y tormentas para los tres próximas jornadas.


Con cierta pesadumbre volvemos al coche y buscamos el desvío al Tioga Pass. La carretera nos depara fantásticas vistas y un paisaje que tiende a ser árido y yermo a medida que ganamos altitud, típicamente montañoso. No obstante el cielo parece querer dar una tregua y lejos de tornarse plomizo comienza a clarear y a mostrar manchas azules que borran las nubes. Hacemos alguna parada para ver los torrentes de agua que son llevados ladera abajo por la fuerza imparable de la gravedad.

Cuando el ascenso finaliza aparece el Ellery Lake a nuestra izquierda y más tarde el Tioga Lake. Cruzamos la caseta de los rangers y nos proveen de mapas y folletos de Yosemite National Park; las coníferas empiezan a poblar las montañas que nos rodean. Hacemos un primer alto en el Lembert Dome, enorme mole de granito por cuya base paseamos, para luego proseguir por la zona conocida como Tuolumne Meadows. Es septiembre y el verano ha secado las verdes praderas que ahora lucen un color amarillo que caracteriza al pasto seco. Aun así quedan algunos pequeños lagos o estanques de agua por los que merece la pena hacer un alto en el camino y contemplarlos.







Al pasar por el Visitor Center de esta zona volvemos a realizar otra parada para solicitar información sobre posibles incendios, pero la suerte nos sonríe, no hay ningún fuego activo. Los árboles comienzan a ceñirse más y más a las cunetas hasta que forman un tupido telón que es acorde con lo que se espera del conocido parque californiano. Varios grupos de personas practican la escalada en los macizos graníticos que jalonan el descenso de la carretera, hasta que un gran claro se abre a nuestra izquierda y aparece ante nosotros el Tenaya Lake.







El lugar es idílico ,con una playa de arena natural que nos permite sentarnos en un tronco seco a disfrutar de los tibios rayos de sol, que se filtran en un cielo azul salpicado de algodonosas nubes. Tomamos un snack bajo esta estampa de postal y luego recorremos la playa hasta su extremo más alejado de la carretera. Siguiendo camino por la carretera a pocas millas llegamos al Olmsted Point, lugar estratégico desde el que apreciamos por primera vez la silueta del Half Dome, a pesar de una bruma que impide una visión completamente clara. Volvemos a tomarnos nuestro tiempo para leer los paneles informativos del aparcamiento y relajarnos con las vistas panorámicas de 360º que ofrece el lugar.





El descenso se vuelve más pronunciado y los miradores y las curvas se convierten en la nota predominante de la Tioga Road en este tramo. De esta forma llegamos a Crane Flat donde giramos a la izquierda para tomar la Big Oak Flat Road en dirección a Yosemite Valley. Los incendios de años anteriores han dejado cicatrices visibles en las zonas boscosas, que se presentan como grandes brechas de masas arbóreas calcinadas. Se atraviesan dos túneles que se intercalan con distintos miradores, desde los que se puede ver parte del valle y tener una panorámica que alguno puede llegar a confundir con la que se observa desde el Tunnel View, mucho más majestuosa que la que desde aquí se aprecia.



La Big Oak Flat Road sigue bordeando el río Merced por su margen izquierdo, luego desemboca en El Portal Road y ésta última cruza al margen derecho del río a través de Pohono Bridge (un puente de piedra) para dirigirse al fondo del valle por la Southside Drive, carretera de sentido único (hacia el este). Llegamos a la bifurcación de la Wawona Road que tomamos apenas unos metros para dejar el coche en el aparcamiento del inicio del trail de las Bridalveil Falls. En apenas 10 minutos se llega a la base de la cascada, que con presencia de agua debe ser espectacular, pero que no tenemos la suerte de ver ya que la época de estío la ha secado por completo.



Nuestra intención es llegar al Curry Village donde pernoctaremos hoy para hacer el check-in y descargar el coche. Para ello seguimos avanzando por el Southside Drive dejando a nuestra izquierda El Capitán, mole granítica que llama la atención nada más verla y que impresiona por su verticalidad y por su volumen. Después de superar varias zonas de camping llegamos a la recepción del Curry Village, donde nos registramos y recibimos nociones para evitar posibles visitas no deseadas de osos que habitan el parque. Hay que volver a coger el coche para llegar a una explanada de tierra que hace las veces de aparcamiento del Curry Village; aquí dejamos el coche mostrando bien visible la tarjeta que nos han dado y que permite aparcar en calidad de huéspedes.

Localizamos nuestra cabaña de lona y vemos que hay hueco para aparcar justo en su parte trasera, así que acercamos el coche para no tener que cargar con el equipaje. Lo primero que hacemos es poner a buen recaudo la comida y útiles de aseo e higiene en el arcón anti-osos, y después nos acomodamos. La cabaña dispone de dos camas, luz suministrada por un generador, toallas, sábanas y mantas. Nuestra reserva corresponde a una tienda sin calefacción; para pasar la noche nos hemos traído nuestros sacos de acampada de verano que ocupan poco espacio y son ligeros.





Después de familiarizarnos con las zonas comunes, las duchas, los baños y la propia tienda nos preparamos unos bocadillos que nos tomamos en el exterior; la temperatura es agradable pero el cielo poco a poco se está cubriendo y el color gris predomina en él. Nos aseguramos de dejar el arcón bien cerrado con un candado (lo hemos traído desde España) y nos montamos en el coche para seguir explorando Yosemite. Conducimos por el Northside Drive y pasamos por el pie de El Capitán, aún más majestoso cuando se aprecia tan de cerca. En el cruce que nos indica dirección Wawona por la carretera 41 giramos y comenzamos el ascenso hasta llegar al aparcamiento del Tunnel View. La decepción es notable porque la neblina impide la estampa de postal que se aprecia desde este punto. A duras penas se vislumbra El Capitán que ocupa el primer plano del cuadro, pero por detrás de él un espeso manto blanco oculta la panorámica completa de Yosemite Valley con el Half Dome al fondo.



A sabiendas de que a mayor altura las vistas no van a mejorar, aún quedan varias horas de luz y queremos exprimir lo que Yosemite nos pueda ofrecer en estas condiciones climatológicas. Conduzco por la 41 en busca del cruce con la Glacier Point Road, a la que se accede tras un pronunciado viraje. La conducción por estos parajes supone un placer para los sentidos y se disfruta de manera plena. Ganamos altura y el musgo cubre la corteza de muchos árboles; sobrepasamos la zona de aparcamiento desde la que se accede vía trail al Sentinel Dome y al Taft Point y tras unos giros enrevesados alcanzamos el punto en el que la carretera muere, el Glacier Point.

Paseamos hasta los distintos miradores desde los que intuimos la figura del Half Dome, porque realmente no se llega a ver. Se puede vislumbrar la posición de las Vernal Falls y las Nevada Falls pero no llevan tanta agua como para discernirlas con claridad. La neblina tampoco deja ver con nitidez el fondo del Yosemite Valley, varios centenares de metros más abajo. Con cierta decepción volvemos al coche, estamos preocupados porque el pronóstico del tiempo tampoco mejora mucho para los dos próximas jornadas y nos sabemos si vamos a poder disfrutar del parque en óptimas condiciones.

Volvemos a la zona de aparcamiento de la que parten los trails al Sentinel Dome y al Taft Point. Optamos por hacer el segundo trail que se convierte en un agradable paseo por el medio del bosque con avistamiento continuo de ardillas que juguetean entre los troncos. El camino llega a un espacio más abierto y que se acerca paulatinamente al borde de un precipicio. Este trail es conocido como Taft Point and The Fissures e inmediatamente sabemos el porqué de la segunda parte del nombre. En el terreno se aprecian tajos de enormes proporciones en la roca que permiten ver a través de ellos parte del paisaje del parque; impresiona su profundidad y los encuadres que deparan.





Un poco más allá se ve la barandilla que protege la caída desde el Taft Point, vertiginoso mirador situado al borde de un cortado rocoso vertical de varios cientos de metros de caída. Aquí los que padezcan de vértigo han de abstenerse porque la barandilla supone un simple punto de seguridad. Cuando nos colocamos en el borde, que para nada obstruye las vistas ni la sensación de vacío que aquí se tiene, uno se siente minúsculo. Es una lástima que la neblina no permita una observación con más profundidad desde el mirador pero ha sido un acierto llegar hasta aquí porque el lugar resulta impactante.





Tomamos un pequeño snack antes de volver a atravesar el bosque en dirección al coche. Nos planteamos caminar por el Rim Trail hasta enganchar con el sendero que lleva a la cima del Sentinel Dome, pero la escasa visibilidad para apreciar vistas distantes nos acaba por echar para atrás y volvemos al aparcamiento con la idea de descender hacia Yosemite Valley. En el camino de vuelta nos cruzamos con un zorro gris que camina despreocupado por el arcén de la carretera, parece que está acostumbrado a los coches y ni altera su paso cuando nos detenemos a su lado.

Volvemos a pasar por el Tunnel View donde el panorama que vimos antes sigue dominando la situación, apenas se ve el valle con la neblina que hay. Queda apenas media hora de luz y decidimos hacer algo que llevamos posponiendo varias jornadas, principalmente por falta de tiempo. Buscamos el Housekeeping Camp, donde se ubica la única lavandería del parque y después de obtener monedas en una máquina de cambio nos disponemos a realizar nuestra primera colada al “estilo americano”.

En la lavandería un joven atiende el puesto de toallas para las duchas que pertenecen al Housekeeping Camp y le hacemos varias preguntas sobre los tiempos de los ciclos de lavadoras y secadoras. Compramos un sobre monodosis de jabón, ponemos la lavadora que tarda 30 minutos en completar su trabajo y luego nos vemos obligados a utilizar 3 ciclos de 10 minutos de secadora para que la ropa deje de estar húmeda. Para matar los tiempos de espera nos damos un paseo por las instalaciones del camping y vemos como algunos se esmeran por preparar unas buenas ascuas para la inminente barbacoa que les proporcionará la cena.


Hace rato que es noche cerrada y cuando hemos doblado toda la ropa abandonamos la lavandería camino a nuestra tienda del Curry Village. Conseguimos aparcar muy cerca de ella; estamos cansados y no nos apetece desplazarnos para cenar así que comemos algo de nuestra particular despensa y nos metemos en el saco bastante temprano. A ver si mañana el tiempo da alguna tregua y podemos seguir disfrutando de Yosemite. Lo que hemos visto hoy nos ha dejado encantados, es un parque distinto a los que hemos visitado jornadas atrás pero nos gustaría verlo con una mejor luz para apreciar todos sus matices.

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