Entre los planes para hoy figuraba madrugar y ver el amanecer a través del Mesa Arch, uno de los puntos más emblemáticos de Canyonlands pero habría supuesto un madrugón indecente a sumar a los ya realizados y a los que quedan por llegar. Por otro lado el frenético ritmo de los últimos días nos obliga a tomarnos un respiro y finalmente optamos por retrasar la visita al Mesa Arch y no madrugar tanto. Aún así no son ni las siete de la mañana cuando nos activamos, desayunamos algo en el hotel y cargamos el coche como cada día.
Abandonamos Moab en dirección norte por la
191 hasta encontrar el cruce con la 313 que nos llevará hasta la entrada norte
de Canyonlands. Es temprano y aún no hay rangers en las casetas de acceso, por
lo que cruzamos el punto de control sin tener que dar más explicaciones.
Pasamos de largo por el Visitor Center, que aún no ha abierto sus puertas. La
idea es visitar la zona del parque conocida como Island in the Sky, a la que se
accede fácilmente desde la localidad donde hemos pernoctado.
Esta zona del parque es una meseta con acceso a través de un estrecho cuello de botella y que se encuentra rodeada de
profundos cañones (de ahí su nombre) y curiosas formaciones rocosas. La
carretera es un fondo de saco que nos lleva hasta el final del parque, pero
antes de llegar allí nos detenemos en algún mirador para tener una primera toma
de contacto visual con el parque que no sea desde la ventanilla del coche.
A continuación conduzco hasta el final de
la carretera donde se ubica tal vez uno de los mejores miradores, Grand View
Point Overlook. Hay una especie de neblina que enturbia el ambiente y que
impide nitidez en las fotografías pero no sucede lo mismo con las panorámicas
en vivo a través de las cuales se observan las formaciones que parecen chimeneas
diseminadas en la parte baja del valle y la enrevesada red de cañones que
enmarañan la estampa del lugar.
Desde este punto parte un trail que nos
lleva a recorrer el área casi siempre al borde del precipicio y que nos conduce
a observar otro punto de vista del valle desde la lo alto de la meseta.
Coincidimos en el mirador con una pareja de indios (de la India) que nos
permite el habitual intercambio de fotografías pareja a pareja. De vuelta y ya en
el coche deshacemos el camino para dirigirnos hacia Upheaval Dome, parando antes
por el mirador de Buck Canyon Overlook y después conduciendo y dejando de lado
a la formación rocosa “The Whale” (La Ballena) cuyo nomenclatura nos resulta
evidente al contemplar desde el coche la forma de la mole inerte.
En el aparcamiento del Upheaval Dome se
inicia un sendero que posteriormente se bifurca y ofrece varias alternativas
para caminar y obtener distintas perspectivas del cráter. Nos quedamos con la
primera y más corta; en apenas 10-15 minutos llegamos a este mirador y
contemplamos durante un rato el enorme orificio del terreno al que acompaña un
panel informativo con detalles de la formación del mismo.
Es hora de dirigirse a otro de los platos
fuertes del parque, el Mesa Arch. Se accede por un camino que se inicia con una
ligera pendiente y en 10 minutos escasos se llega a la formación geológica que
pretendíamos visitar al amanecer. Hacer la visita a esa hora del día permite la
particularidad de poder ver la salida de sol enmarcada por el arco de piedra.
El sol luce más alto en este momento pero no resta ni un ápice de
espectacularidad al encuadre que nos ofrece el marco natural de roca; muchos
metros más abajo se extiende un terreno que puede parecer yermo pero que se
nutre de multitud de corrientes de agua que originaron en su días los cañones
que hoy vemos.
Iniciando nuestra salida hacia el Visitor
Center hacemos parada en distintos miradores. Todos ellos por unos u otros
motivos son recomendables para obtener vistas panorámicas desde puntos
privilegiados. Nos llama la atención en especial el Shafer Canyon Overlook (The
Neck), desde donde contemplamos un grupo de todoterrenos que descienden por la
pista de tierra al fondo de la formación. En el siguiente mirador observamos que también la mencionada pista es utilizada para el descenso con bicicletas
todoterreno, y somos testigos de la temeridad de algún visitante que se
coloca demasiado cerca del borde de los precipicios buscando la mejor fotografía
o que se juegan el tipo caminando por lugares inverosímiles, como si fuesen
funambulistas.
Hacemos una parada en el Visitor Center
para echar una ojeada y poder ubicar perfectamente los escenarios que acabamos
de ver empleando como apoyo la maqueta que muestra la fisionomía del parque.
Además vemos que hay ambiente festivo; un par de rangers ataviados con
sombreros de fiesta preparan sendas tartas en las que se lee la conmemoración
del 50 aniversario de Canyonlands. Mientras tanto otro ranger ofrece una charla
sobre la historia del parque y se completa la escena con la decoración del
lugar con un puñado de globos. Finaliza la charla y se reparte tarta entre los
asistentes, así que no esquivamos la oportunidad de celebrar con una porción de
dulce el cumpleaños de uno de los “Mighty Five” de Utah.
Nuestra agenda nos lleva al siguiente punto
en el orden del día, Dead Horse Point State Park. Aquí el pase anual no es
válido al tratarse de un parque estatal y al transitar por la caseta de rigor
un empleado nos cobra la preceptiva tarifa de $10 por vehículo. Una carretera
nos conduce a un promontorio desde el que se puede observar el dibujo que el
río Colorado realiza 2.000 pies (unos 610 metros) por debajo de él. Caminamos
por el sendero al borde del abismo para tener un enfoque amplio de la zona.
Finalmente llegamos al mirador más famoso y que permite ver los meandros de
turbias aguas del río Colorado, a los que se lanzan en su huida de la policía
las protagonistas de la película “Thelma & Louise”.
Y se repite la historia; otra pareja de
americanos al saber que somos españoles se para a charlar un rato con nosotros
poniéndonos al día de su reciente visita a España, en concreto a Barcelona, y
pidiendo consejo para visitar más lugares de nuestro país que sean de especial
interés. Atrás dejamos este bonito lugar con una historia no menos curiosa;
antiguamente el lugar era usado como establo natural donde los cowboys recluían
los caballos salvajes de la raza Mustang. Diversas leyendas acerca del lugar y
de los eventos allí sucedidos derivaron en el nombre actual.
Volvemos a la tomar la 191 en dirección sur
y unos metros después de la entrada al Arches National Park hacia la derecha
parte la 279, también conocida también como Potash Road, y accedemos a ella.
Esta carretera discurre paralela al río Colorado que se encajona entre
paredones de roca lisa de color rojizo, paraíso para la escalada. Y así lo
constatamos porque varias personas se dedican a practicar su afición preferida
en el mismo borde del arcén de la carretera y así nos lo van avisando las
señales de tráfico.
El paisaje es tremendamente evocador y nos
vuelve a transportar a las persecuciones de indios y vaqueros a galope tendido,
tal y como sucedían en los clásicos celuloides del siglo pasado. El recorrido
es muy visual y nos lleva a cruzarnos con algún zorro que despistado deambula
por el asfalto. Esta carretera da servicio a unas minas de potasio que se ubican
al final de la misma lo que origina su sobrenombre; a partir de este punto el firme
pasa a ser una pista de grava. Al fondo y con una posición más elevada reconocemos
los acantilados del Dead Horse Point State que acabamos de visitar.
Media vuelta y parada obligada para ver de
cerca los trenes de mercancías que reposan en las vías muertas empleadas para
el transporte del mineral. Después aprovechamos unas mesas de picnic que
habíamos visto al pasar anteriormente para hacernos unos bocadillos que nos
permitan comer en marcha y aprovechar el tiempo al máximo. De retorno a la 191
la tomamos de nuevo al sur justo hasta cruzar el río Colorado e, inmediatamente
a la izquierda, parte la carretera 128 a la que accedemos.
Y otra dosis de paisajes que quitan el
aliento, con un río que fluye a nuestra izquierda y repta por el fondo de
acantilados de tonos rojizos en el que rocas de enorme tamaño parecen
permanecer en increíble equilibrio a nuestro paso. Multitud de piraguas surcan
las aguas del río, no muy agitadas en este entorno aunque después se tornan
más bravas y aparecen las lanchas de rafting. Pasamos por el Red Cliff Lodge
donde algunos caballos “mustang” pastan en establos al aire libre y a partir de
este punto el paisaje se abre y los acantilados dejan de estrangular al río.
Llegamos a un rancho en el que maniobramos
para hacer un cambio de sentido y enfocamos nuestro próximo destino, volver al
Arches National Park para ver lo que ayer nos quedó en el tintero. Y de ello
vamos hablando a medida que avanzamos por la 128 hasta llegar a la entrada del
parque. Como ya disponemos de mapas y tenemos la información que necesitamos
pasamos de largo por el Visitor Center y volvemos a ascender por la carretera
que ayer tanto nos impresionó.
Para seguir un orden lógico hacemos un alto
en el primer punto de interés, el Park Avenue. Un camino atraviesa este cañón
repleto de formaciones rocosas de gran altura y que en determinados momentos
recuerdan el “skyline” formado por los edificios de una gran ciudad. Nos
tomamos unos instantes para grabar la escena en nuestras retinas. Seguimos
avanzando y el siguiente punto de parada lo encontramos en Balanced Rock. Esta
roca permanece en inexplicable equilibrio y no se sabe a ciencia cierta por
cuánto tiempo seguirá así; un pequeño sendero recorre circularmente su contorno
y permite ver el fenómeno de la naturaleza desde todos los ángulos.
Hace calor aunque no excesivo pero aún así
siempre que bajamos del coche no olvidamos un suministro de agua del que echar
mano. El siguiente donde estacionamos es el aparcamiento que da servicio a los
visitantes que llegan para contemplar The Windows y el Double Arch. Comenzamos
por la primera zona. Un camino en ligero ascenso parte del asfalto hasta llegar
a la primera “ventana” natural (North Window) que nos permite descansar a la
sombra mientras empleamos el arco de piedra como improvisado marco para
encuadrar el horizonte.
Un corto trayecto bordea el macizo rocoso y
nos lleva a la siguiente ventana (South Window); descansamos en su parte baja
mientras un hombre se toma su tiempo para colocar el material fotográfico
preciso con el que obtener la instantánea perfecta. Optamos por no bordear este
arco y dirigirnos al cercano Turrent Arch antes de iniciar el descenso hacia el
coche. Al llegar tomamos un pequeño refrigerio y desplazamos el vehículo un par
de centenares de metros para acercarlo a un área más cercana al acceso del
Double Arch ya que ahora está menos congestionada que cuando llegamos.
El camino que lleva a este arco es corto y
se obtiene una inmejorable recompensa al llegar a la formación geológica que aparece
por duplicado y replica en poco espacio la figura del arco natural de roca por
dos veces. A pesar de la cantidad de público que visita el parque hoy tenemos
la suerte de quedarnos solos a la sombra del arco por un largo rato, no
desperdiciamos la ocasión para acomodarnos y observar esta maravilla natural.
Cogemos nuestro Hyundai para alejarnos de
este fondo de saco de la carretera que tan buen sabor de boca nos ha dejado y
en el retorno a la Scenic Drive principal nuestras miradas reparan en otras dos
formaciones rocosas de interés; Parade of Elephants y Eden Garden. Antes de
afrontar el último plato fuerte del día hacemos un alto en Panorama Point para
observar el parque con una visión circular de 360º y de paso poder ver en la
lejanía el entramado de cañones y de rocas del Fiery Furnace que ayer visitamos
y tanto nos gustó.
Finalmente llegamos a la zona de inicio del
trail del Devils Garden. La temperatura es magnífica y el sol ya está bajo, lo
que nos permite caminar a la sombra por estrechos caminos de tierra que en
ocasiones parecen desfiladeros. De esta forma hacemos parada en el Tunnel Arch,
el Pine Arch y finalmente el Landscape Arch. Este arco se ve a cierta
distancia, el camino antiguamente pasaba por debajo él pero fue retranqueado
debido a un desprendimiento de una fracción de la parte alta del arco que
afortunadamente no provocó daños personales. A consecuencia de lo anterior el
arco es tremendamente frágil y su sección está muy disminuida si lo comparamos
con otros arcos del parque.
Aún queda un rato para la puesta de sol,
pero queremos estar de vuelta en el coche con el tiempo suficiente para poder
ver la zona de la Devils Garden Road, que nos ha llamado la atención cuando
llegábamos al lugar. Y la escena no nos decepciona; todas y cada una de las
enormes rocas parecen incendiarse con los últimos rayos de sol y adquieren unos
colores increíbles que hace que nos paremos a cada instante para retener todos
los detalles en la memoria. Había oído hablar maravillas del parque, pero
habiendo visto lo que acabo de ver, todos los comentarios se quedan cortos.
Arches es impactante a última hora de la tarde.
A medida que el crepúsculo se adueña del
parque los colores vivos dan paso a las sombras y siluetas de las rocas que se recortan
contra el cielo; y así abandonamos Arches, sin poder despegar la vista de la
ventanilla. Otra vez en la 191 esta vez nuestro rumbo nos lleva al norte hasta
alcanzar la autopista 70. Aquí los paneles informativos luminosos nos dan una
buena noticia; la interestatal I-15 vuelve a estar abierta, parece que podremos
llegar a Las Vegas desde Zion sin necesidad de rodeos.
La pernoctación de esta noche la hacemos en
Green River, para así ganar unos km de cara a la maratoniana jornada de mañana
que nos llevará a recorrer bastantes kilómetros. El hotel elegido es el Budget
Inn, un típico motel de carretera que resulta estar regentado por un anciano
medio demente y su perro. La habitación no es un dechado de limpieza y María
comenta que la puerta es muy endeble, que la pueden tirar de una patada y
asaltarnos a media noche. No creo que sea para tanto, además con lo cansado que
estoy seguro que caigo en la cama redondo y no me despertaría ni aunque me tirasen
la puerta encima.
Aún así hacemos un esfuerzo y cogemos el
coche para ir a cenar a un sitio cercano, Ray’s Tavern. Cuando llegamos solo
hay un grupo de jóvenes estudiantes y nos sentamos en el extremo opuesto del
local. Pedimos hamburguesas y cervezas de Utah. Por un rato charlamos con el
camarero que es mexicano y nos pregunta por nuestro viaje y estancia en USA.
Caemos a plomo en la cama, una semana completa de Road Trip comienza a pasar
factura.
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