lunes, 24 de noviembre de 2014

San Francisco, aún quedan cosas por ver - (miércoles, 24 de septiembre de 2014)

Partimos del hotel después de desayunar. Son las 08.00 am y caminamos por Van Ness Avenue hasta llegar a la altura del City Hall. En el cruce de la avenida principal con McAllister Street tomamos el bus 5, que nos lleva a las inmediaciones de Alamo Square. Caminamos un breve trecho y después de ascender a lo alto del parque nos dirigimos hacia el lado este, el borde que limita con Steiner Street.


Aquí se ubican tal vez las más conocidas casas de estilo victoriano de la ciudad, las conocidas como Painted Ladies y que saltaron a la fama al aparecer en el tema de cabecera de la serie “Padres Forzosos”. Nos sentamos en un banco de madera a contemplar la estampa; desde la loma del parque que se halla ahora a nuestras espaldas se tiene un mejor encuadre de las casas con los edificios del downtown al fondo.






Paseamos por el barrio de vuelta a retomar el bus 5 y nos fijamos en otras casas victorianas, que en esta zona de la ciudad son nota predominante, a cada cual más llamativa y más bonita. El 5 pasa a circular por Fulton Street más hacia el oeste y comienza a bordear el Golden Gate Park, un parque de amplísima extensión que se prolonga 5 kilómetros hacia el Pacífico.



Abandonamos el bus en la parada que más nos conviene; lo primero que visitaremos será el Japanese Tea Garden, que se ubica en el corazón del parque. La zona está plagada de gente haciendo deporte, bien a pie o en bicicleta, y otros muchos que simplemente pasean. Después de preguntar por la localización exacta de los jardines llegamos a la entrada; hoy es miércoles y al igual que lunes y viernes, si se llega antes de las 10.00 am uno se ahorra abonar la tarifa de acceso, que asciende a $7 por cabeza.

A estas tempranas horas somos pocos los visitantes que nos damos cita en la zona; el Japanese Tea Garden es un lugar pequeño y minimalista que recrea con detalle un jardín o parque al estilo japonés. Dispone de elementos distintivos de esta cultura, como pueden ser pequeñas construcciones de arquitectura típica, puentes de madera, esculturas con motivos orientales y un estanque que incluye carpas de colores. Se recorre en poco rato pero es recomendable visitar el lugar si se hace a primera hora, cuando se disfruta con tranquilidad del entorno, como una especie de refugio dentro del gran Golden Gate Park.











Cuando acabamos la visita volvemos caminando a Fulton Street para coger de nuevo el bus 5 en dirección al Pacífico; en el recorrido nos topamos con una estatua que recrea las legendarias figuras de la literatura española Don Quijote y Sancho Panza y un americano que pasea a su perro nos pregunta si conocemos a los personajes recreados. Al comentarle que somos españoles se explaya y nos da una charla poniendo sobre la mesa sus vastos conocimientos de la figura de Cervantes y su obra.


El bus número 5 nos lleva hasta el final de Fulton Street, desde donde nos asomamos para ver la extensa superficie de arena que conforma la playa a orillas del Pacífico. Desde aquí accedemos fácilmente a otro de los puntos clave del parque y que se encuentra en el borde que linda con Lincoln Way; la recreación de un molino de viento de estilo holandés que se ve circunscrito por parterres de tulipanes que acompañan la temática de la curiosa edificación. Atravesamos por caminos de tierra el parque, dejando a ambos lados estanques y lagos artificiales, para retornar a Fulton donde el número 5 en recorrido inverso nos llevará unas paradas más allá.



Nuevamente atravesamos senderos de tierra en el interior del parque que nos llevan a una enorme explanada vallada en todo su perímetro, que es conocida como Bison Paddock. Tenemos suerte y bastante cerca de las vallas descansan varios ejemplares de bisonte americano en cautividad que son los que originan el nombre del lugar en el que nos hallamos. La ruta de bus número 5 vuelve a ser nuestra aliada y usamos el transporte público para acercarnos al Stow Lake y recorrer con un paseo a pie parte de sus orillas y poder observar las cascadas artificiales Huntington Falls, que se emplazan en la isla que emerge en el centro del mencionado lago.


Retornamos al punto del parque en el que iniciamos la visita, el Japanese Tea Garden, para hacer uso de los baños públicos de las inmediaciones. A pie avanzamos por la Martin Luther King Jr Drive para abandonar la vasta extensión verde por Lincoln Way, justo en la parada del bus 71. Nos desplazamos hasta el inicio de la Haight Street, que da nombre a un barrio conocido en San Francisco por su carácter bohemio.





Caminamos a lo largo de la calle varias manzanas para ver escaparates de tiendas, graffitis en los muros y en general contemplar el gran colorido que inunda todo este vecindario, donde se percibe un aire distinto incluso en la gente que te cruzas por la calle. El agradable paseo concluye en el Buena Vista Park donde cogemos el bus número 71 para luego hacer un transbordo al bus número 22 en el cruce de Haight Street & Fillmore Street, que nos llevará al barrio de Mission. Desestimamos pasar por el barrio gay de Castro porque ya habíamos transitado con el coche el día de nuestra llegada a la ciudad y no tenemos puntos clave de interés que visitar en él.






El bus 22 pasa por la 16th Street frente a la Misión de San Francisco de Asís, pero nos apeamos unas calle más allá, en concreto en Valencia Street. El motivo es que la hora de comer se aproxima y queremos visitar un local que tenemos apuntado y que vimos en el programa Crónicas Carnívoras (Man v. Food); se trata de la Taquería La Cumbre. Antes de entrar nos ofrecen un trozo de quesadilla a modo de reclamo para los potenciales comensales. Aunque lo aceptamos de buen grado no hace falta que nos convenzan, veníamos ya predispuestas a entrar.


Se nota que estamos en un barrio latino porque nos atienden en español y podemos aparcar el inglés por un rato. La especialidad de la casa son los burritos al estilo “mission” que en su versión normal pesan 1 kilo y cuentan entre sus ingredientes con carne (a elegir entre pollo, ternera y cordero), fríjoles, aguacate, arroz… Vienen acompañados de unos nachos con su respectiva salsa a elegir. Están muy ricos y puedo dar cuenta del mío, a María se le resiste y guarda un trozo para la merienda.

Caminamos por el barrio y pasamos por delante de la Misión de San Francisco de Asís-Mission Dolores, que ofrece la posibilidad de visitas guiadas en su interior. Nos conformamos con ver el exterior que no resulta demasiado llamativo y que tiene como nota histórica importante que es el edificio más antiguo de la ciudad de San Francisco. Continuamos con el paseo pero estamos acalorados, en parte por la temperatura ambiente y en parte por las calorías del burrito, por lo que en Market optamos por probar otro medio de transporte que aún no hemos utilizado; el tranvía.


Tomamos el tranvía F dirección Embarcadero y nos apeamos en el cruce con Van Ness Avenue, donde tomamos el bus número 49 hasta las inmediaciones de Eddy Street. Necesitamos descansar un rato en el hotel porque la mañana ha sido intensa en lo que a patear se refiere. Una vez repuestos cogemos el coche y lo primero que hacemos es dirigirnos a un supermercado Safeway donde compramos provisiones de cara a los próximos días de viaje.

Aún quedan horas de luz y nos apetece dar un paseo por la ciudad en coche así que nos lanzamos a recorrer las calles de San Francisco, que en ocasiones resultan algo densas para conducir pero que atraviesan enclaves y lugares que hacen que merezca totalmente la pena pasar un rato al volante, sobre todo cuando uno es ajeno a las prisas y al paso del tiempo. Bordeamos el estadio de los Giants que lamentablemente en estos días no alberga ningún partido de béisbol, así que no hay ocasión de visitar su interior.


Recorremos en sentido norte toda la zona que corresponde a The Embarcadero dejando a nuestra derecha los distintos “pier” y podemos ver, a estas horas de la tarde, a infinidad de gente haciendo deporte o simplemente paseando. Y es que la ciudad con buen clima incita a disfrutarla en el exterior. El GPS nos guía hasta la playa de Baker Beach a donde accedemos desde Lincoln Boulevard. Dejamos el Hyundai en un aparcamiento con varios coches y caminamos hasta la arena cercana. Hace 15 minutos el sol lucía en el cielo pero ahora el clima ha cambiado radicalmente y enormes nubarrones encapotan el cielo.

Paseamos por la playa en dirección al Golden Gate tratando de alcanzar una posición más cercana para poder divisarlo. Las nubes han estropeado la puesta de sol pero la imagen de la borrasca penetrando en la bahía por la zona del puente colgante también resulta espectacular. Se está levantando un viento molesto y la luz se extingue poco a poco así que retornamos al coche. Tenemos pendiente hacer una parada en Fort Point y aprovechamos el momento, porque el parking a partir de las 17.00 horas es gratuito. Aparcamos en la explanada y nos acercamos al puente, cuya figura empieza a estar envuelta por una bruma baja. Aún así podemos ver su estampa, ahora tenuemente iluminada por los focos de luz artificial.




Acabamos con los restos del burrito al estilo “mission” que aún conservábamos y volvemos al hotel con una noche que se cierra ya sobre el cielo de San Francisco. Aparcamos, descargamos los víveres del maletero y volvemos de nuevo a la calle. Queremos darnos el último paseo en cable car. Para ello caminamos hasta el cruce de Van Ness Avenue & California Street y esperamos la llegada del siguiente transporte. Comienza a chispear, son las primeras gotas de agua que vemos en estos 3 días en San Francisco, y nos obligan a buscar refugio en el soportal de un restaurante donde un empleado de origen albano nos pregunta la nacionalidad y al saber que somos españoles nos empieza a hablar de fútbol.

Viajar por la noche en cable car tiene una magia especial, sobre todo si una fina lluvia te obliga a resguardarte en el interior del vehículo. Las gotas de agua se deslizan por los cristales añadiendo un tono de melancolía al paseo, con las luces de los rascacielos del downtown brillando al fondo. Llegamos al final del trayecto y nos invitan a apearnos mientras giran manualmente el coche. Volvemos a abordar el cable car sabiendo de que será nuestro último trayecto en el emblemático transporte de San Francisco. Ascendemos las empinadas cuestas de California Street dejando atrás Chinatown y la Grace Cathedral. El traqueteo se hace más lento hasta detenerse por completo cerca de Van Ness Avenue donde nuestra aventura con el cable car concluye.

Cenamos en el hotel algunas cosas que hemos comprado en el supermercado. Preparamos el equipaje para poder partir al día siguiente sin mucha demora. Comentamos lo que más nos ha gustado de la ciudad y lo que más nos ha llamado la atención. Hacemos balance de esta etapa del viaje pero no deberíamos adelantar acontecimientos porque mañana seguimos por la zona y aún nos queda alguna cosa pendiente por ver. Seguramente también sea digna de mención.

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